PLANTAS DE BIOGÁS
- Madina Palade
- 3 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 28 ene 2021
El biogás es un combustible generado a partir de la degradación de microorganismos en ausencia de oxígeno y puede producirse en entornos naturales o dispositivos específicos.
Estos dispositivos son plantas dedicadas en exclusiva a la biodegradación de los residuos, entre los que se incluyen desde el estiércol líquido o residuos agrarios a las aguas industriales.
Una vez producida la descomposición de esta materia prima, el gas resultante se utiliza en la generación de energía eléctrica a través de turbinas o plantas generadoras de gas.
De esta forma, las plantas que lo producen son instalaciones diseñadas para recibir los residuos y restos orgánicos para un tratamiento que desemboque en la producción de energía y remedios orgánicos.

El gas forma parte de las energías renovables y, entre sus ventajas, destacan el beneficio económico en la venta y ahorro de energía eléctrica y calor, la disminución de residuos orgánicos potencialmente contaminantes, la reducción de malos olores o de los peligros que suponen las aguas orgánicas o las industriales respecto a la contaminación de los acuíferos. Además, ayuda en la lucha contra el cambio climático en varios sentidos; por un lado, se evitan las emisiones descontroladas de metano, uno de los gases con mayor incidencia en el efecto invernadero; y por otro, es un gas el que se utiliza como sustituto de los combustibles fósiles, de modo que se reducen las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
Uno los efectos del metano son los malos olores, y así se reducen considerablemente gracias a la digestión de las bacterias que producen este combustible.
En mayor medida, este combustible se produce a partir de estiércol líquido, residuos de la ganadería y la industria agrícola, fracción orgánica de residuos domésticos y lodos de EDAR (las estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas). A estas fuentes tradicionales se han sumado las aguas industriales, y se estudia también cómo las aguas residuales de la industria petroquímica, contaminadas por petróleo, aceites o grasas que dificultan el proceso de depuración podrían convertirse en combustible.
Cabe destacar que la generación de este gas es un destino de valorización de las aguas industriales y orgánicas, ya que permite darles un uso muy útil a la vez que se evitan vertidos contaminantes. Permite rentabilizar al máximo estas aguas, gestionando los residuos y dándoles un valor adicional, del mismo modo que los residuos agrarios. Estos residuos se convertirán en energía y en un abono orgánico para la agricultura.
El proceso de conversión de los residuos orgánicos en energía se produce en las plantas de biogás, y a pesar de tener diseños muy diferentes, hay cuatro elementos que se encuentran en cualquiera de ellas:
El receptor: las instalaciones donde se recibe la biomasa antes de transformarla.
Los fermentadores: conocidos como biodigestores o reactores, y son el lugar donde se desarrolla el proceso anaeróbico por el que esta materia prima que llega a la planta en estado sólido se convierte en gas.
Las estructuras de almacenamiento: el lugar donde se guardan los gases, que deben cumplir unas estrictas medidas de seguridad.
Los equipos para la generación de energía: incluyen la práctica totalidad de estas instalaciones, una energía que puede ser eléctrica o térmica.
Además, se necesita un punto de almacenamiento del sustrato, la materia prima que se utiliza para la producción del gas.
El proceso de generación del combustible comienza con el calentamiento de los residuos orgánicos en un intercambiador de calor tubular. Una vez calientes, se añaden al fermentador. Allí, unas aspas mantienen los residuos en un movimiento constante para evitar que aparezcan diferentes capas.
Estos reactores incluyen unos calentadores que conservan la mezcla a una temperatura constante de 40 ºC, facilitando que las bacterias hagan su trabajo y generen metano.
Este primer paso dura unos 60 días, y el resultado será un gas compuesto principalmente por metano (60%) y dióxido de carbono.
Tras dos meses en el fermentador, el gas pasa por un compresor, que lo prepara para la combustión. Aunque también existe la posibilidad de desgasificar la mezcla, obteniendo como resultado un excelente abono. En ese caso, lo que se hace es, tras explotar la mezcla al máximo, enviarla a un nuevo fermentador y allí estará otros 60 días donde pasará de un estado gaseoso a uno líquido.
Aquí un ejemplo visual a modo de resumen sobre el proceso que se sigue:

La energía producida por el generador de las plantas de biogás se convierte en un generador al nivel de tensión de la red. Seguidamente, esta corriente es inyectada a la red pública y puede cubrir el consumo anual de unos 1000 hogares, dependiendo del tipo de planta. Normalmente, las más avanzadas están funcionando las 24 horas del día durante todos los días del año. Esto es una gran ventaja frente a otras plantas de producción de energía que dependen de elementos atmosféricos para su producción y no pueden hacer frente a la demanda de forma continuada.
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