EFECTO INVERNADERO
- Alba Lopez Diaz
- 10 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 ene 2021
Nuestro planeta está experimentando un cambio rápido y sin precedentes en la escala geológica. En apenas 200 años las temperaturas globales no han parado de crecer y la causa principal según el consenso científico es la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
El efecto invernadero es el fenómeno por el que la energía solar recibida en cada momento por la Tierra que proviene de la radiación solar natural no puede volver al espacio. Es decir, cuando rebota sobre la superficie terrestre se queda atrapada en la Tierra por la barrera de los gases de efecto invernadero que forman una capa que no deja que este calor se vaya.
Dichos gases deterioran las partículas de la capa de ozono, responsables de protegernos de la radiación, hasta generar enormes agujeros por los que penetran con mayor intensidad los rayos del sol. Eso quiere decir que, por un lado, nos envían más calor a la Tierra y, por otro, nos lo retienen en el planeta.
Sin los gases de efecto invernadero, la temperatura promedia de la superficie terrestre sería alrededor de −18 °C, en lugar de la media actual de 15 °C.
Los expertos consideran que si las temperaturas globales suben 2 °C por encima de los niveles preindustriales, las consecuencias serán catastróficas y pueden poner en riesgo el bienestar y la prosperidad del ser humano.
No obstante, hasta hace poco era un proceso natural y ahora ya no: ha sido acentuado en las últimas décadas por la acción del hombre con la emisión de, esencialmente, dióxido de carbono y metano, principales causas del cambio climático.
Es crucial tener en cuenta que el efecto invernadero es esencial para el clima de la Tierra. El problema es la contaminación; la quema de combustibles fósiles como el petróleo, carbón y gas natural, la deforestación de bosques y destrucción de ecosistemas marinos, que absorben el dióxido de carbono, y el aumento de una población que cada vez consume más recursos naturales.
Pero sobre todo, el efecto invernadero conlleva un cambio climático en cuanto al aumento de la temperatura global, desencadenando colapsos en las corrientes marinas, en los movimientos atmosféricos y en las dinámicas terrestres en general como es el aumento del nivel del mar, desplazamientos de especies, desaparición de especies, cambios en el ciclo hidrológico, deshielo de los polares.
Además, según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el efecto invernadero ha potenciado los casos de malaria, salmonelosis, diarreas causando deshidratación en los niños y otras infecciones intestinales.
Precisamente por ello, el Acuerdo de París, aprobado en 2015, propone una hoja de ruta para que los países se comprometan a disminuir sus emisiones y contener el aumento de temperaturas en un margen de seguridad. fue el primer gran acuerdo internacional en esa dirección. En la COP21(Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), cuando se firmó, 174 países y la Unión Europea acordaron trabajar con el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC.
Pero los compromisos expresados hasta ahora por los diversos estados no son suficientes para lograrlo. Reducir la emisión de los denominados gases de efecto invernadero no es la única solución para frenar el efecto invernadero. Los organismos internacionales también inciden en las siguientes recomendaciones:
Usar energías renovables.
Emplear el transporte público y otros medios no contaminantes, como el vehículo o la bicicleta eléctrica.
Fomentar la concienciación ecológica entre los ciudadanos y las diferentes administraciones.
Apostar por el reciclaje y la economía circular.
Reducir el consumo de carne y el desperdicio de alimentos.
Consumir productos ecológicos.
A continuación, te dejo una imagen en movimiento de los satélites de la NASA, que evidencia cómo el efecto invernadero potenciado por la acción del ser humano contribuye al calentamiento global:

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