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ACEITE DE PALMA

  • Foto del escritor: Madina Palade
    Madina Palade
  • 5 ene 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 28 ene 2021

El aceite de palma es un aceite de origen vegetal que se obtiene del mesocarpio de la fruta de la palma de la especie Elaeis guineensis, conocida como palma africana o aceitera, que con origen en el continente africano se introdujo de forma masiva en el suroeste asiático a principios del siglo XX, aunque también hay importantes plantaciones en América del Sur.


Es el segundo tipo de aceite con mayor volumen de producción, siendo el primero el aceite de soja. El fruto de la palma es ligeramente rojo, al igual que el aceite embotellado sin refinar. El aceite crudo de palma es una rica fuente de vitamina A y de vitamina E.

Más allá de sus usos alimentarios, los derivados del aceite de palma también se emplean en la industria de la cosmética (con él se elaboran cremas, pasta de dientes o jabones) y en la producción de biodiesel.


También se puede encontrar en una amplia variedad de platos preparados, helados, salsas, galletas, bollería, pizza, chocolates, confitería en general, aperitivos dulces y salados, palitos de pan, etcétera. Podríamos decir que, respecto a los alimentos procesados, tiene el don de la ubicuidad, ya que los que por un motivo u otro han prescindido de su uso son minoría frente a los que lo incorporan en alguna de sus variantes.


Algunas de las empresas del sector alimentario que más usan este ingrediente son Unilever, Nestlé, Kellogg’s, Burger King, McDonald’s, Starbucks o Ferrero, entre muchas otras.

A pesar de que el Reglamento Europeo sobre la información alimentaria facilitada al consumidor entró en vigor en diciembre de 2014, todavía hay algunos fabricantes y distribuidores de alimentos que evitan su mención en el etiquetado. Además, cuando se hace, puede disfrazarse usando algunos pseudónimos como aceite de palmiste, grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, estearina de palma, palmoleina u oleina de palma, manteca de palma o haciendo uso del nombre científico de la especie (Elaeis guineensis).


El cultivo de palma para obtener aceite ha sido criticado por su impacto medioambiental, que incluye deforestación, pérdida de hábitats naturales de especies en peligro, como comunidades de pájaros nativos, especies como el orangután y el tigre de Sumatra. También contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.

Se han realizado importantes esfuerzos por convertir en sostenible el cultivo de la palma por varias organizaciones, tales como la "Roundtable on Sustainable Palm Oil", un grupo industrial, y el gobierno malayo, que se ha comprometido a mantener el 50% de su superficie como bosque. ​


Grupos medioambientales, tales como Greenpeace y Amigos de la Tierra, se oponen al uso de aceite de palma como biocarburante, asegurando que la deforestación causada por las plantaciones de palma es más dañina para el clima que los beneficios obtenidos al sustituir combustibles inorgánicos por biocarburante.


Aunque sólo el 5% del terreno dedicado a la producción de aceites vegetales es usado para el cultivo de palma, este produce un 38% del suministro total de aceite vegetal. En términos de rendimiento, una plantación de palma es 10 veces más productiva que una de soja o de colza, porque tanto el fruto como la semilla de la fruta de la palma producen aceite.


El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) asegura incluso que se han creado de forma ilegal plantaciones en áreas naturales protegidas, como parques nacionales.


Una consecuencia de la deforestación es la pérdida de biodiversidad, ya que los cultivos tienen un fuerte impacto en estas zonas tropicales y desplazan a numerosos seres vivos que habitan en bosques, al mismo tiempo que se eliminan corredores naturales y se dañan puntos calientes de biodiversidad. De esta manera aíslan poblaciones de especies, dificultan o impiden su reproducción y merman su diversidad genética.


Por otra parte, el uso indiscriminado de pesticidas, de trampas y vallas eléctricas o el disparo a los animales que entran en los cultivos también ha sido muy perjudicial. En 1900 había unos 315.000 orangutanes; en la actualidad hay menos de 50.000, aislados en pequeños grupos que podrían extinguirse en una década.


Todo ello contribuye a que se acelere el cambio climático y la contaminación del aire. La principal razón es que los bosques actúan como sumideros de carbono, ya que retienen el dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases de efecto invernadero (GEI) implicados en el calentamiento global.


A continuación, os dejo este corto de dibujos animados, dirigido a la población infantil pero también a los adultos, en el que se cuenta la historia de un bebé orangután llamado Rang-tan que hace travesuras en el dormitorio de una niña. Justo cuando la pequeña está a punto de echarle de su habitación, el animal le explica cuál es el motivo por el que está tan lejos de su casa: la selva donde vivía está siendo destruida para dejar paso a las plantaciones de aceite de palma. Enormes máquinas derribaron árboles, hubo un gran incendio y su madre está herida.


La presentadora de televisión Patricia Conde ha puesto voz a un vídeo de animación elaborado por Greenpeace que aborda el problema de la extinción de los orangutanes, sumándose así a la campaña que demanda el fin de la deforestación provocada por la expansión de los cultivos de palma aceitera en las selvas tropicales de Indonesia.

Solo en Borneo se han destruido en la pasada década siete millones de hectáreas de selvas para cultivar plantaciones de aceite de palma.


 
 
 

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